miércoles, 26 de abril de 2017

Excursión 343: Collado de la Ventana por el Hueco de San Blas

FICHA TÉCNICA
Inicio: Hueco de San Blas
Final: Hueco de San Blas
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia:  11,9 Km
Desnivel [+]: 905 m
Desnivel [--]: 905 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 25

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Otra preciosa ruta por la espectacular Pedriza. No encuentro palabras para describirla. A pesar de la dificultad de encontrar calificativos suficientes para describir la belleza de todo lo vivido por el GMSMA este pasado miércoles, intentaré compartir con vosotros, de forma breve, mis sensaciones.

El Boss nos había citado a las diez de la mañana en el aparcamiento de Manzanares el Real, para desde allí desplazarnos en nuestros coches a las proximidades del Hueco de San Blas, lugar también conocido como La Olla de San Blas. Después de recorrer una interminable pista de tierra en muy malas condiciones, que pondrían a prueba la amortiguación de nuestros coches, llegamos al aparcamiento situado en Las Pozas, junto al arroyo del Mediano, desde el cual emprenderíamos la ascensión hacia el Collado de la Ventana, guiados por nuestro guía experto, Paco Cantos.

Desde el primer momento y sin ningún calentamiento previo que nos ayudara a ir adaptándonos a la importante subida que nos aguardaba, comenzamos la dura y vertical ascensión, que nos conduciría al Collado de la Ventana siguiendo la senda de la Herrada.

A buen ritmo, comenzamos la subida con mucho ánimo y una estupenda temperatura, acompañados por nuestras mascotas Mecha y Teo. Pronto comenzarían los primeros jadeos. Entre una gran cantidad de pinos tumbados por el viento y la nieve, a medida que subíamos por una estrecha senda zigzagueante, nuestro boss, enseguida saco uno de sus suculentos sándwiches, que naturalmente compartió con Teo, consiguiendo de esta forma que ya no se separara de él en todo el camino.

Mientras ascendíamos disfrutando del embriagador olor a tomillo rastrero que los compañeros que encabezaban el grupo iban pisando y entre las caprichosas rocas de mil formas diferentes a las que cada uno de nosotros iba bautizando con distintos nombres en función de su parecido, dejábamos a nuestra derecha el Cerro de los Hoyos y más arriba, La Cuerda Larga y La Najarra.

Como es costumbre, alrededor de las 12:00 y con unas preciosas vistas, hicimos el primer y corto descanso, para tomar un refrigerio e hidratarnos convenientemente, dando unos buenos tientos a las comunitarias botas de vino, tan apreciadas por el grupo.

Pronto continuamos la ascensión, pues aún quedaban bastantes metros de desnivel que deberíamos superar. La ruta, aunque dura, se hizo muy llevadera, la belleza del paisaje con sus caprichosas e innumerables rocas de sugerentes formas, nos tenían maravillados y los metros de subida, iban pasando y sin que nos diéramos cuenta estábamos en el Collado de la Ventana.

Hechas las fotos desde tan espectacular mirador, nos dirigimos al risco del Moro, bajo el que volvimos a extasiarnos con magníficas vistas de riscos tan emblemáticos como el Caracolillo, las Damas o el Cocodrilo, el Cerro de los Hoyos y más lejos las Torres de la Pedriza.

Entre risas, fotos y conversaciones de lo más variadas, casi sin darnos cuenta, estábamos bajo el Caballito de Ajedrez y el Alfil, y viendo a nuestra derecha las dos Torres y al fondo, La Sierra de los Porrones. Aprovechamos la magia del lugar, para hacernos la foto de grupo. Todos estábamos extasiados por la belleza del entorno.

Iniciamos desde allí, una vertiginosa bajada, vigilados por unas cabras, dejando a un lado el Cancho de las Biólogas y el Mogote de los Suicidas, descendiendo entre rocas, ya un poco cansados por el importante desnivel superado, hasta la pradera de Navalejos y entre 

Hicimos nuestra segunda parada gastronómica en el llamado Jardín de las Llamas, nombrado así, porque las rocas del entorno, semejan a las llamas del fuego. Un rincón realmente espectacular. Finalizado el descanso y una vez dada buena cuenta de nuestros bocadillos montañeros y de dejar en los huesos las botas de vino, continuamos caminando, enlazando con el PR-1, uno de los rincones más bellos de la pedriza, que a mí personalmente me recordaba a una anterior excursión montañera por el llamado Laberinto de la Pedriza. Para ello, tuvimos que introducirnos, no sin cierta dificultad en distintas oquedades y arrastrar nuestros cuerpos serranos, para poder salir al otro lado de un mágico pasadizo, que dio a la ruta un plus de diversión y aventura.

Con la ayuda inestimable de mi amigo Melchor, que me enseñó cómo atarme las botas en modo bajada de montaña, comenzamos a descender, hasta llegar a otro precioso rincón, a quien alguien ha puesto como nombre Milhojas, por recordar sus rocas apiladas a un montón de hojas, puestas unas encima de otras. El sitio, junto al Cancho de Coberteros, era tan espectacular y la temperatura tan agradable, que allí mismo decidimos echarnos una siestecita al sol, de lo más reconfortante, mientras los guías decidían por dónde continuar.

Finalizado el descanso, y puesto en pie nuestro querido boss, comenzamos una fulgurante y dificultosa bajada hasta llegar a nuestros coches, pasando junto al Risco de San Pedro y un encantador pinar.

Terminamos la inolvidable jornada en la plaza de Manzanares el Real, donde compartimos unas frías y reconfortantes jarras de cerveza. y por unanimidad, otorgaremos a la ruta de hoy 4,5 sicarias.

Aprovecho la ocasión para enviaros un abrazo a cada uno de vosotros y uno muy especial para nuestro querido compañero Jesús Cordero, que hoy no ha podido acompañarnos, por circunstancias familiares.

Gracias a todos por los buenos momentos que compartís conmigo.
José Luis Fernández

FOTO REPORTAJES
Foto reportaje de Francisco Nieto

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